jueves, 13 de junio de 2013

"TODO" es poco


Hoy hace 32 años, una joven ingresaba de parto en una clínica. Al no avanzar el asunto se le hizo una placa de Rayos X - recursos de la época-. Y ahí estaba el quid de la cuestión.

El esperado bebé no era uno. Eran dos.

Me encantaría tener esa radiografía. Mi suegra lo describe bien. Ambos mirándose, ambos sentados.

Posiblemente, una que los conoce desde hace casi 16 años, no se ponían de acuerdo en quién debía salir antes. Ambos cediendo su turno. Esas buenas maneras...

Escribiendo este último párrafo, he podido imaginar una futura sonrisa en la cara de Celia. Mis niños, cuando tengáis unos -muchos- años más, también imaginaréis a "esos dos" terriblemente adorables, y  sabréis perfectamente a qué me refiero... 

Ambos me encantaban. Su relación, su amor mutuo, su conexión. Incluso, su dependencia era entrañable. Siempre he pensado que han sido dos de una persona pues parecen totalmente complementarios.

De uno me enamoré, a lo loco, perdidamente. Y del otro... ¡también! Pero un amor diferente.
Vuestro padre es mi seguridad y serenidad. Un compañero con el que encajo perfectamente. Es mi amor.
Pero F. es un soplo de aire fresco, alegría y sal de la vida de cualquier persona. Jodidamente brillante y guapo y lo mejor es que no es mínimamente consciente de ello.

Aún recuerdo su primera separación larga por motivos laborales. Manuel parecía tan perdido, tan triste...tarde o temprano iba a pasar y debía sobreponerse, pero se me encogía el corazón cada vez que miraba a sus ojos cuando recordaba a su hermano.

La palabra tío es accidental. Padrino, en el caso de Celia, se queda corto. Lo que F. es en vuestra vida es mucho más. Es, casi padre.
Ha sido mi coartada, mi consuelo en malos momentos y mi preocupación en otros. Ha sido para mí mucho más que mi amigo, mucho más que mi cuñado. Puede que más que mi propio hermano.
¿Cómo va a ser sólo vuestro tío?
No hay coche lo suficientemente grande, o casa, o mundo para regalar a Celia. Y, ahora, a Manuel.
Horas y horas en pensar el regalo perfecto.

Inolvidable esa mirada cómplice y pura que Celia le dedica casi desde su nacimiento. Siempre ha sido uno más de nosotros Mamá, Papá y F.

Recuerdo una vez que me quedó muy grabada. Celia era pequeñita. Él me notó rara. Lo estaba. Estaba pasándolo mal. Celia no paraba de llorar de unos brazos a otros que intentaban calmarla o dormirla. Pero sabía que me anhelaba a mí... y yo a ella... 
Sólo le miré... y miré a Celia, de un modo completamente instintivo, sin intención. Y ahí entró su instinto. Un instinto que supera al de cualquier hombre que no formase parte del núcleo más íntimo de una familia...Puede que una mujer lo hubiese captado, pero un hombre con el que no haya una conexión especial, jamás.
Él me dejó ahí, en el umbral de la puerta y se fue. Y enseguida volvió con Celia - calmada en sus brazos, por cierto-.
Posiblemente él no entendía el porqué de mi malestar. Pero sólo le valió mi malestar para zanjarlo.

Cuando nació Manuel, me hizo un regalo a mí. Sólo para mí y para compartir con Celia. Un regalo que sabía que iba a necesitar y disfrutar. No era su valor, era su dedicación.

Son ejemplos que hacen una ligerísima y superficial idea de ese algo que nos une. Un "algo" fuerte, duradero y muy hermoso.

Jamás  Casi nunca he echado de menos vida de pareja -osea, de dos- cuando eramos novios. Lo mejor, esas discusiones de a tres en la cafetería. O en el instituto. O... donde se terciase.
Miles de recuerdos se agolpan en mi mente y casi todos tienen su sonrisa como fondo.

Detesto cuando no se valora a mi marido y me llevan los demonios cuando son ellos mismos los que no lo hacen.

Hoy, hace 32 años, no sólo nació vuestro padre, también nació nuestro apoyo.




Felicidades a ambos y a la madre que os parió.

CLC


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